El impulso que le dio el Oscar a la industria de la animación en Chile
Actualmente hay cinco largometrajes en distintas fases de producción, los que terminarían con once años de sequía para este género en el país.
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Recientemente fuimos testigos de cómo la película chilena de Sebastián Lelio, Una Mujer Fantástica, se convirtió en el primer Oscar a un largometraje nacional. Los réditos tanto para su productora, Fábula, como para la industria en general, comienzan a surgir, en un camino que la animación lleva mayor tiempo recorriendo tras el galardón que la Academia le otorgó a Historia de un Oso, en 2016.
Uno de los protagonistas de este despegue de la industria de los “monos animados” en Chile, “Pato” Escala, productor Ejecutivo de Punkrobot, estudio que le dio vida al laureado cortometraje animado, asegura que su sector comienza a ser cada vez más prolífico luego de once años sin un largometraje animado. “Es una brecha gigante de las películas de animación que se hicieron: Ogu y Mampato, Papelucho, Cesantes, Pulentos, fue toda una gran producción, se llegó a hacer cinco largometrajes en un período de diez años y hace once años que eso no se ha movido”, destaca.
Escala, quien también preside la Asociación Chilena de Profesionales y productoras de Animación (Animachi), asegura que ese panorama de sequía se revertirá con cinco largometrajes chilenos de animación que ya están en diferentes etapas de producción.
En Punkrobot trabajan en la que sería su primera película, que estará basada en Historia de un Oso. A eso se suma la producción ejecutiva que hace Escala para un proyecto para Cartoon Network, que debiera ser estrenado el primer semestre de este año y lo mismo para un largometraje, Nahuel y el Libro Mágico, de la productora Carburadores. Aparte hay otro proyecto basado en la serie de TV Puerto Papel.
A estos proyectos se suman otros hechos y producidos en Chile que ya ha comprado Discovery Kids, Nickelodeon y Netflix.
“Ha dependido de todas las productoras ir posicionando el trabajo que se hace. Es bueno comunicar eso. Que hay un proyecto en Netflix y que se hizo en Chile (…) La llegada de Netflix y Amazon, por ejemplo, fue un giro en 360 de lo que significaba la producción de contenidos para el audiovisual en general y para la animación fue interesante porque la televisión muchas veces condicionaba a que sus programas tenían que tener una duración y una cantidad de capítulos específicos”, añade.
“Retomar la producción de largometrajes es un gran paso para nuestra joven industria, pienso que este formato es el más exigente en cuanto a estándares de producción, son proyectos de largo aliento y de alta complejidad (…) Producir largometrajes es abrir una puerta que le da más tiraje al sector, nos posiciona mejor a nivel internacional. Básicamente nos hace más competitivos”, agrega Germán Acuña, vicepresidente de Animachi y director de Carburadores.
Mejores profesionales, más recursos
Intentando explicar el buen momento que vive la industria, Bernardita Ojeda, directora General de Pájaro, apunta a un mejor recurso humano en el área de la animación. “Es una industria que en 10 años se profesionalizó, antes era una industria amateur que solo dependía del talento y esfuerzo personal. Lo digo con gran admiración para los que nos abrieron paso. Hoy hay universidades que imparten la carrera y el cambio es radical. Hoy hay empresas de animación en Chile que cuentan con más de cincuenta animadores contratados, todos ellos profesionales y con diferentes niveles de experiencia”, aporta.
Sin embargo, en este punto Escala asegura que muchos talentos están migrando. Mil alumnos de animación actualmente “me parece un número alto”, acota.
Por otro lado, también como punto a favor de la industria de la animación, los aportes al Fondo de Fomento Audiovisual (FFA) se han más que triplicado en los últimos cuatro años (ver recuadros).
“Que no se haya hecho una película en mucho tiempo pasó por un tema de recursos”, reafirma Escala. De ahí que el presidente de Animachi explique que presentaron un plan al Consejo de la Cultura y las Artes y les transmitieron que la única manera que se reactivara la posibilidad de hacer largometrajes era que existiera un financiamiento por etapas: preproducción, producción y postproducción.
“El Estado ha apoyado esta idea y ha sido muy positivo, países de la región están mirando con muy buenos ojos nuestra iniciativa y están buscando igualar las condiciones de producción con fondos públicos, lo que amplía las rutas para la coproducción y nos acerca al exitoso modelo europeo”, añade el director de Carburadores.
El exministro de Cultura, Ernesto Ottone, expone que “el Oscar obtenido por Historia de un Oso marcó un hito en la cinematografía nacional, y muy especialmente en la animación, ámbito que ha tenido un despliegue importante durante los últimos años (...) pudiendo con esto optar a financiamiento de hasta $ 600 millones por proyecto”.